LA PICARESCA EN EL TROVO

17.07.2015 14:29

Artículo sobre el Trovo.  Autor: Joaquín Sánchez "Palmesano" (trovero)

*************************************************************************************************

LA PICARESCA EN EL TROVO

Desde principios del siglo XVII, que es la época de la que se tienen los primeros indicios escritos de la existencia del trovo como el arte de la improvisación de versos en la Comarca del Campo de Cartagena, en esta peculiar forma oral de expresión poética popular han sido innumerables los temas que los troveros han desarrollado a lo largo de su historia en sus diversas actuaciones, convertidos siempre en los periódicos vivientes de la actualidad de cada momento, transmitiendo sus ideas en las pugnas dialécticas repentizadas que realizaban.

Entre las controversias troveras podían surgir temas como la vida social de ese momento, acontecimientos históricos, el trabajo, la familia, el deporte, la economía, la política, los conflictos sociales, la cultura, la guerra, la tecnología, la mujer, los celos, el dinero, la belleza, el amor, etc. En conclusión, una infinidad de temas más que en un momento determinado podían aparecer de manera circunstancial y que hacían posible mantener un debate entre los troveros contendientes.

 Pero de forma casi generalizada, la picaresca siempre ha estado presente en infinidad de ocasiones en varias de las estrofas creadas por los troveros cada vez que han coincidido el momento oportuno para ello y la inspiración y el ingenio para improvisarla.

Para dejar constancia de la picardía de algunos de aquellos troveros antiguos ya desparecidos y que nos dejaron un gran legado de nuestro trovo para la historia, sirvan como ejemplo las estrofas que se relatan a continuación, con un breve comentario de cada una sobre las circunstancias que se dieron en el instante en que fueron improvisadas y que algunas de ellas han permanecido en el tiempo gracias a la labor recopilatoria que llevó a cabo durante muchos años el trovero Ángel Roca y que dejó impresas en su magnífico libro “Historia del Trovo”.

Comenzaré por relatar una quintilla que le improvisó a su esposa el trovero José María Marín (1865 – 1936), surgió en el momento en que llegaron a buscarlo dos amigos y él ya se disponía a salir de su casa para marcharse con ellos al pueblo de Canteras (Cartagena), donde tenía que participar en una Velada Trovera, dándose la circunstancia de haberse ausentado también las dos noches anteriores para actuar en otros dos pueblos, por lo que la mujer, alzando un poco la voz para que se notara su enfado, le dijo:

    -¿Otra vez te vas de fiesta?

    A lo que Marín respondió:

    -No voy de fiesta, mujer, voy a cumplir mi obligación como trovero.

    Por lo que ella, en tono enfurecido, le gritó:

    -¡Anda, y que los demonios te lleven!

    Y en ese instante fue cuando surgió el ingenio del artista, que le improvisó lo siguiente:

                            Si a los demonios tú vieras

                            y preguntaran por mí

                             diles que estoy en Canteras,

                            que pueden llevarte a ti

                            y en el infierno me esperas.

Otra de las ocurrencias de José María Marín es la que se relata a continuación y que surgió en el momento en que éste coincidió en la calle con una vecina que se encontraba en avanzado estado de gestación, a la que le improvisó refiriéndose a su vestimenta:

          No fue modista importante

                             la que el vestido cortó,

                             que habiendo tela bastante

                             por detrás te lo sacó

                             más largo que por delante.  (*)

(*) Existe otra versión en la que cambian los dos primeros versos, aunque la reflejada aquí es la que parece ser la original.

También de José María Marín es la siguiente genialidad que se le ocurrió estando paseando por la calle Real de Cartagena, cuando se cruzó con una bella señorita que llevaba un perro pequeño sujeto con una cuerda, a la que el animal le daba fuertes tirones con la intención de salir de ese cautiverio, por lo que el trovero, dirigiéndose a ella, le pidió permiso para decirle lo siguiente:

                            Si el perro se le suicida

                            tiene la culpa el cordel,

                            yo, por salvarle la vida,

                            le doy por el “chucho” a usted

                            lo que por el “chucho” pida.

De la siguiente quintilla se desconocen las circunstancias que pudieron darse para su realización, aunque sí hay constancia de que esta ingeniosa estrofa, que es digna de recordarla, fue repentizada por el trovero Leandro Bernal Martínez (1871 – 1950), con el siguiente mensaje:

                            Si el valor de la mujer

                            tan sólo se sabe el día

                            que ella suele fallecer,

                            ganas tengo de saber

                            lo que vale mi María.

La estrofa que viene a continuación fue realizada por el genial trovero Pedro Pérez Ros “Cantares” (1898 - 1966), a petición de un amigo suyo que le sugirió que improvisara algo en referencia a un vecino conocido de ambos llamado Ramón, en el que habían observado que, habiendo sido un hombre muy pobre de soltero, comenzó a prosperar y gastar dinero alegremente, sin trabajar ni hacer nada para ello, solamente por haberse casado con una mujer que, al parecer, llevaba una vida muy “alegre” haciendo muchos “favores” a otros hombres, por lo que el trovero repentizó:

                            Yo conozco a un tal Ramón

          que no tenía qué comer

          y ahora le sobra el jamón

          gracias a que su mujer

          come mucho salchichón. 

Aunque no se tiene certeza exacta de la autoría de la próxima quintilla, existen indicios de que pudo ser improvisada también por Pedro Pérez Ros “Cantares” y que ésta se la dedicó a la esposa del anteriormente referido, Ramón, un día que esa mujer se cruzó con él y le pidió que le hiciera algún trovo, a lo que el repentista contestó con esta genialidad:

                            No me pasa por la mente

                            que Jesús muriera un día

                            con tres clavos solamente

                            y tú vivas todavía

                            que te clava tanta gente.

La siguiente anécdota de la que es protagonista el trovero David Castejón Fernández (1901 – 1981), fue improvisada un día que se personó en un establecimiento de pieles para recoger unas que él mismo había dejado allí unos días antes para que se las curtieran, encontrándose en ese momento con la dueña de dicho negocio, que era una bella mujer y con aires de flamenca, y que, al reconocerlo como trovero famoso, le pidió que le dedicara unos versos, a lo que el repentista, tras preguntarle su nombre y comprobar que era ella la que regentaba dicho local, sin hacerse esperar, le respondió:

                            Curte pieles de terneros

                            Antonia Sánchez Riquelme,

                            pero dicen sus obreros

                            que Antonia casi no duerme…

                            ¡Siempre trabajando en cueros!

Como cierre de este grupo de estrofas sirva la siguiente quintilla, que fue obra también de David Castejón Fernández, dedicada a una joven conocida de su pueblo llamada Pura, que ya le había pedido en varias ocasiones que le hiciera algún trovo, y a la que el trovero, tras haberla evadido muchas veces, porque sabía que la joven llevaba una vida demasiado alegre y aventurera, se decidió por fin a acceder a dicha petición y en ese momento le improvisó lo que pensaba de ella:

                            Si al cura le llaman cura,

                            boticario al boticario

                            y a la hermosura hermosura,

                            ¿por qué a ti te llaman Pura

                            siendo todo lo contrario?

 

Y hasta aquí esa pequeña muestra que certifica que en el trovo también brota la picaresca en muchas ocasiones, porque este arte, a pesar de las dificultades que puedan suponer las circunstancias de que debe de ser improvisado y creado al mismo tiempo en estrofas poéticas clásicas, es un filón inagotable de ideas y genialidades que va enriqueciendo a nuestro idioma cervantino.

                                                   Joaquín Sánchez “Palmesano”