El coco
Poema escrito por el poeta y trovero Pedro Pérez Ros "Cantares", con el título "El Coco", realizado en cuartetas redondillas, en el año 1953.
¡El coco! ¡Que viene el coco!
diciendo a grito pelado
por la plaza del Mercado
iba esta mañana un loco...
¡Que viene el coco! -gritaba-
Y como el coco venía,
según el loco decía,
la gente "se las pelaba".
Dejaron las verduleras
los puestos abandonados
y huyendo como venados
corrieron a las afueras.
Quedó la plaza sin gente,
no quedó una vendedora,
no quedó una compradora,
no quedó ni un ser viviente.
Quedó la calle desierta
la circulación parada,
y oliéndose la tostada
cerró el comercio la puerta.
La gente se dispersaba
presa de terror y espanto,
y a su más devoto santo
cada cual se encomendaba.
En tanto, mil precauciones
tomando la autoridad
ordenó a la vecindad
el cierre de los portones.
¡Nadie a la calle saliera!
¡Nadie al balcón se asomara!
¡Ni al entresuelo bajara!
¡Ni a la terraza subiera!
Ora fijando pasquines,
ora lanzando pregones,
circularon instrucciones
a tan previsores fines.
Fue la tropa acuartelada
y en el Parque de Bomberos
con más de cuarenta obreros
quedó la guardia montada.
Blanca bata y blanco gorro
en fila los camilleros,
los médicos y enfermeros
en la Casa de Socorro.
Abiertas las funerarias
y las tabernas cerradas.
¡Fueron por doquier tomadas
las medidas necesarias!
¡Magnífico! Pero en tanto
la calma no renacía
y por la ciudad cundía
el pánico y el espanto.
¡El coco! -gritaba el loco-
Y la gente que corría,
como en un eco repetía:
¡El coco! ¡Que viene el coco!
Era ponerse a temblar,
sentirse desfallecer,
viendo a la gente correr
y oyendo al loco gritar.
Eran las doce del día
cuando ya de "El Noticiero"
se desplazó un reportero
a indagar lo que ocurría.
Y entonces la realidad
del caso se averiguó
y a la población volvió
la calma y tranquilidad.
Era la alarma infundada,
el temor, exagerado;
el peligro, imaginado;
la versión, equivocada.
Y eran los gritos nefastos
del enfebrecido loco
por el aceite de coco
que han repartido en Abastos.
FIN